domingo, 24 de enero de 2016

12 frases que nunca deberíamos decir a nuestros hijos:


Muchas vecen los padres nos sentimos agotados e inseguros sobre nuestras capacidades como educadores, incluso juzgados por nuestros amigos o parientes cuando nuestros hijos se “portan mal”. Esto puede conducirnos a actuar de un modo impulsivo y errado, para intentar frenar aquellas conductas que no nos gustan. Algunos adultos sienten que no saben poner límites a sus hijos, y ante tal frustración, terminan diciendo cosas que pueden generar grandes heridas psicológicas en los niños.
Los invito a reflexionar sobre las muy negativas consecuencias psicológicas de las siguientes frases:
1)    “Si haces (tal cosa) le diré a (x) que venga a buscarte y te lleve”: El mensaje implícito aquí es que si ellos no se portan como nosotros queremos, los abandonaremos. Es terrible criarse creyendo que hay un “señor malo” que me puede llevar si no hago caso. Este tipo de amenazas generan una gran desconfianza en quienes se supone que están para protegernos. De este modo, los chicos se sienten poco seguros, indefensos y muy ansiosos.
2)    “Siempre te portas mal/ nunca haces nada bien”: Las palabras “siempre”, y “nunca” son extremas y absolutas. Abarcan todos los tiempos. Que a un niño le digamos esto, le genera una gran frustración, porque seguramente ha hecho muchísimas cosas bien a lo largo de su vida, y en esta frase queda implícita la falta de reconocimiento de su bondad innata. Es una etiqueta que no hace otra cosa que generar rabia y baja autoestima.
3)    “Sos malo/tonto (o cualquier otra etiqueta peyorativa)”: Estas frases son un golpe bajo a la autoestima de cualquier niño, sobre todo si provienen de sus padres o cuidadores más cercanos. Además de generar un gran sufrimiento, pueden desencadenar la famosa “profecía auto-cumplida”: una falsa creencia que, directa o indirectamente, lleva a su propio cumplimiento. Los niños pequeños suelen creerse lo que les dicen sus padres. Si un niño se cree malo, por ejemplo, es posible que termine actuando como tal, por el simple hecho de sentirse malo y querer confirmar su identidad. (Ah… ¿soy malo? Entonces pego, porque eso hacen los malos.) La frustración y bronca que generan estas etiquetas, pueden generar bloqueos emocionales acompañados por conductas que confirman tales insultos.
4)     “Sos tan (característica negativa) como tu madre/padre”: Al decir una cosa así, estamos enviando varios mensajes negativos. En primer lugar, estamos insinuando que hay un conflicto en la pareja, que el hijo no tiene por qué mediar. En segundo lugar, estamos etiquetando al niño, y ya hablamos anteriormente sobre las consecuencias de las etiquetas negativas. Por último, estamos haciendo que el niño pueda sentir desprecio hacia ese padre “defectuoso” por tener tal característica.
5)    “Ojalá fueras más parecido a tu hermano”: En esta frase queda implícita la idea de que ese otro hermano es mejor. Por supuesto que esto hiere la autoestima de los niños, pero no solo eso…sino que también daña la relación entre hermanos. Ya de por sí, entre los hermanos suele haber competencia y celos gran parte de las veces. Esto es natural. Pero si un padre los compara con este tipo de frases, puede incrementar aún más la rivalidad, además de dañar la autoimagen del  hermano juzgado como  inferior.
6)    “Me das vergüenza”: La mirada de los padres es una pieza fundamental en la construcción de la identidad y la autoestima de las personas. Sentir que tu padre se avergüenza de ti, puede ser una causa de gran inseguridad personal. Muchas veces, cuando no les prestamos suficiente atención, los niños nos la piden a gritos, haciendo todo tipo de payasadas. Otras veces, corren, gritan, saltan y hacen ruido por el simple hecho de ser niños. Sea cual sea la causa de estos comportamientos, no conviene hacerlos sentir avergonzados por ellos. Es mejor brindarles la atención que piden y darles un espacio para que puedan sentirse importantes y protagonistas. Además, debemos ir explicándoles, según su capacidad de comprensión, que hay cosas que se pueden hacer en algunos lugares y situaciones solamente. Es necesario ser claros y específicos cuando explicamos estas cosas. Los adultos muchas veces damos por sentado que los chicos ya saben qué es lo que se espera de ellos en cada situación, pero la realidad es que muchas veces nos olvidamos de darles pautas claras y específicas. Si le decimos con frecuencia a un niño que nos sentimos avergonzados de él, le generaremos inseguridad y baja autoestima.
7)  “Cuando llegue tu (papá/mamá) te las vas a ver….”: Con este tipo de amenazas, los niños terminan internalizando una imagen negativa y errada de sus padres. El que hace la amenaza pierde autoridad, y el que se supone que lo castigará pasa a ser el “poli- malo”, temido y amenazante. No tiene sentido generar miedo a nuestros hijos, porque si actúan en base al temor a ser castigados, no aprenderán a razonar y a comprender las consecuencias naturales de sus actos. A la larga, es mucho más productivo enseñarles a hacerse responsables de sus actos mediante el diálogo abierto y paciente.
8)    “Ojalá nunca hubieras nacido”: Más allá del trabajo y enojo que pueda generar un hijo, NUNCA deben usarse frases de este tipo, ni en chiste. Si un niño se cree esto, lo haremos sentir miserable. Sentirse no deseado puede ser la causa de muchísimos trastornos psicológicos y sentimientos crónicos de culpa. Todo niño necesita sentirse amado por sus padres.
9)  “Si sigues haciendo esto, te dejaré de querer”: La incondicionalidad en el amor de los padres debe ser expresada por ellos y comprendida por los niños. Un niño debe sentir que haga lo que haga, bien o mal, sus padres seguirán queriéndolo igual. Con el amor no se puede negociar. Este tipo de manipulación emocional genera falta de espontaneidad en los niños. Al chantajearlos así, lograremos tener hijos inseguros, ansiosos y poco conectados con sus propias necesidades, todo a costa de lograr nuestra aprobación, para ganarse nuestro amor.
10) “Cuando yo tenía tu edad, ya sabía (…cualquier actitud/destreza deseable)”: Este tipo de comparaciones es muy injusta. En primer lugar, porque todos somos distintos, y tenemos distintos tiempos de maduración. En segundo lugar, hay quienes tienen dificultades de aprendizaje, ya sea por causas emocionales o de inteligencia. Sea cual sea la causa de que nuestros hijos aún no hayan alcanzado esa destreza que consideramos indispensable para su edad, no se lo reprochemos. Es muy frustrante sentirse inferior a lo que se espera de uno. Además, este tipo de comparaciones impedirá que los niños disfruten de sus logros, porque nunca les serán suficientes en comparación con esa imagen idealizada que les estaremos creando de cuando nosotros éramos menores. Crecerán con un complejo de inferioridad que les impedirá sentirse felices en muchas ocasiones.
11) “Pedrito se sacó un 9. ¿Cómo puede ser que te hayas sacado un 6?”: Comparar a los hijos con sus amigos también genera complejos de inferioridad. Por los mismos motivos mencionados anteriormente, no conviene comparar jamás a los niños. Por el contrario, debemos alentarlos destacando sus puntos fuertes, para subirles su autoestima y para evitar que relacionen el proceso de aprendizaje con frustración. Hay un término muy estudiado: “las inteligencias múltiples”. (Ya me explayaré en esto en otro artículo). Para resumirlo muy brevemente, la idea principal es que hay muchos tipos de inteligencia, y todos tenemos algunos tipos más destacables que otros. Hay quienes son superdotados lingüísticamente pero tienen alguna dificultad con los números, por ejemplo. O viceversa. Y de nada sirve hacer hincapié en las carencias. Es mejor aprovechar las potencialidades de los niños e incentivarlos a progresar en lo que son buenos, y enseñarles a esforzarse en aquellos ámbitos que les cuestan más, pero sin denigrarlos jamás con comparaciones de este tipo.
12)    “No llores, (los hombres no lloran/no es para tanto)”: En primer lugar, los hombres si lloran y eso está bien. En segundo lugar, si alguien llora, es porque algo lo amerita. Llorar hace bien cuando surge la necesidad de hacerlo. Por el contrario, reprimir continuamente las emociones para ser aceptados socialmente es opresivo y asfixiante. Los problemas de los niños son tan grandes como los de los adultos. Cada etapa de la vida tiene sus dramas y dolores, y minimizarlos solo ayudará a que los niños vayan creciendo con sus emociones relegadas, para poder cumplir con las expectativas de los mayores. Por otro lado, los niños aún no han desarrollado la capacidad de calmarse a sí mismos. Ellos nos necesitan para aprender a regular sus emociones con aceptación y bondad hacia sí mismos. Si notan que empatizamos con sus emociones, irán aprendiendo a regularlas con el tiempo y a estar conectados con lo que sienten. Poder identificar las emociones y hablar sobre ellas es muy beneficioso para el desarrollo sano.
Estas son solo algunas de las frases que debemos omitir en la educación de los menores. Seguramente existen muchas otras. Los invito a compartir las que se les ocurran, para generar conciencia del daño que las palabras pueden hacer.
Este artículo tiene la intención de concientizar a todos los educadores sobre este tema, no para generar culpa sino para prevenir. Muchas veces, los adultos repetimos lo que hemos aprendido que es normal, pero el hecho de poder reflexionar sobre estos asuntos, abre puertas a que vayamos mejorando los estilos de crianza.

martes, 8 de septiembre de 2015

8 claves para poner límites a los más chiquitos

Poner límites es fundamental porque dan orden, seguridad y tranquilidad a los niños así como también a los adultos. Además, las normas son necesarias para que los niños puedan ir ganando autonomía gradualmente.

A continuación, brindo algunas ideas concretas que pueden servir de ayuda para poner límites de un modo positivo: 


1) Cada vez que el niño haga algo peligroso o inapropiado, debemos explicarle que eso no se hace, de un modo tranquilo y preferiblemente poniéndonos a su nivel físico (agachándonos) y mirándolo a los ojos. Es necesario mostrarse firme, sin dudar, pero estar calmado a la vez.

2) Es muy importante que en casos de niños muy pequeños, de uno a dos años, usemos frases cortas y fáciles de entender, acompañándolas con una gestualidad clara. (En este punto nos estamos refiriendo a niños que aún no hablan demasiado, ya que con los más grandes, las explicaciones sirven y ayudan a comprender el porqué de los límites y a asimilarlos con menor frustración.)

3) Tenemos que armarnos de mucha paciencia para repetir este procedimiento con calma cuantas veces sea necesario. Es bastante probable que la mayoría de los niños no entiendan a la primera e insistan en hacer lo que tenían ganas, pero de nada sirve gritarles o tratarlos mal. Aunque estemos nerviosos y cansados, o con poca paciencia, es muy importante que los adultos intentemos controlar nuestras emociones a la hora de educar. Aunque mucha gente siente ganas de gritar a los niños cuando no hacen caso, es mucho mejor respirar hondo y evitar hacerlo, porque ellos irán aprendiendo a relacionarse basándose en los modelos que reciban. Si queremos que aprendan a ser tranquilos y respetuosos, los primeros que tenemos que actuar así somos nosotros. Al auto regular nuestros impulsos, estaremos dando un buen ejemplo que poco a poco ellos irán incorporando. En casos de sentir que estamos por perder el control a causa de los nervios, conviene delegar la situación a otro adulto que se encuentre más relajado.

4) Es muy útil mostrar la alternativa positiva cuando estamos prohibiendo algo. Por ejemplo, si hay un niño pegándole a otro, podemos enseñarle a dar la mano o a acariciar en lugar de pegar. De este modo, le brindamos un modelo de lo que se puede hacer, generando una nueva alternativa positiva y quitando el foco de atención  de lo que no se debe hacer. En el caso de que no haya una alternativa posible, es muy útil distraerlo con otro escenario. Por ejemplo, si hay un lugar peligroso al que no puede acercarse, podemos mostrarle algo llamativo o proponerle una actividad que lo motive a distanciarse de allí.

5) La coherencia entre los cuidadores es fundamental para transmitir un mensaje claro. Es importante que los distintos cuidadores coincidamos en lo que prohibimos y permitimos a los chicos. Para ayudarles a asimilar los límites y a orientarse, necesitamos ponernos de acuerdo entre los adultos y transmitir el mismo mensaje, respetando las mismas normas.

6) También es necesario que haya una coherencia con uno mismo en el adulto. Es decir, intentar coincidir a lo largo del tiempo en lo que permitimos y prohibimos. Se puede ser flexible y a la vez coherente. Hay reglas que deben ser modificadas cuando notamos que pierden el sentido. Lo que no sirve de nada es prohibir algo rotundamente y al día siguiente permitirlo y luego volver a prohibirlo y luego permitirlo otra vez. Este tipo de oscilaciones genera bastante confusión e incertidumbre a los chicos.

7) Es muy productivo irles explicando gradualmente, según su capacidad comprensiva, las consecuencias naturales de sus actos. Si la única respuesta que tenemos ante una conducta inapropiada es el castigo, estaremos dejando de lado lo más importante: que el niño comprenda que sus acciones tienen un efecto por sí mismas, más allá de lo que el adulto pueda hacer a partir de eso. Los castigos muy frecuentes generan frustración y rabia contra el adulto, y erosionan el vínculo cuando son una práctica habitual.

8) No hay recetas mágicas para educar y es probable que los educadores nos equivoquemos muchas veces en este arte, pero recordemos que con la violencia no lograremos nada positivo. Tanto gritar como pegar a un niño es algo que tiene efectos negativos. El maltrato infantil daña la autoestima y los vínculos del niño. En cambio, el trato cariñoso, la paciencia y el buen ejemplo generan hábitos positivos a largo plazo y sirven para que los niños puedan ser respetuosos y felices a la vez.

9) En caso de detectar que hemos actuado mal al intentar poner límites, no dudemos en pedirles perdón. De este modo, los niños irán aprendiendo que los adultos también nos equivocamos pero que, a pesar de eso, podemos ir mejorando siempre. Además estaremos dando un buen ejemplo respecto al reconocimiento de los errores propios.




viernes, 20 de marzo de 2015

Cómo comunicar la muerte de un ser querido a los niños:

Al morir algún familiar, hay quienes piensan que los niños no se dan cuenta de lo que sucede. Muchas veces se los excluye de todas las conversaciones que giran en torno al tema, para ahorrarles el sufrimiento.

La realidad es que los niños perciben mucho más de lo que se piensa. Aunque muchas veces no tienen la facilidad de expresarse con palabras, lo hacen mediante síntomas o conductas poco habituales. Lo que está claro, es que ellos comprenden que hay una pérdida cuando ésta se trata de alguien cercano, y no siempre pueden verbalizar lo ocurrido como lo hacen la mayoría de los adultos. Pero ellos también necesitan elaborar y darle un significado a lo que sucede, por eso es fundamental incluirlos y darles información sobre lo ocurrido.

Es importante que la persona que comunique esta noticia sea alguien muy cercano, para que cuando el niño la reciba se encuentre en un entorno seguro. Lo ideal es que sean los padres quienes comuniquen la noticia. Si los padres no pueden hacerlo, ya sea porque son ellos los que han fallecido o porque no se sienten capaces, es necesario buscar a un abuelo, tío o familiar cercano para que cumpla este rol.

Hablar sobre la muerte con el niño puede resultar muy difícil y doloroso, pero cuando ha fallecido alguien del entorno, conviene hablarlo lo antes posible, en un lugar tranquilo, silencioso y lo más conocido posible para el niño. Hay que buscar un momento para explicar lo que ha sucedido de un modo sincero, claro, sin indirectas ni explicaciones abstractas, para que el niño pueda comprenderlo. Nunca se ha de mentir ni decir que esa persona se ha ido de viaje. Ningún engaño respecto al tema puede ser beneficioso.

En casos en que la muerte haya sido por un suicidio, considero necesario abordar la situación con ayuda profesional, ya que suele ser una situación traumática para todos los miembros de la familia.

En cuanto a la expresión de emociones, recomiendo actuar con naturalidad. No hace falta ocultar la tristeza. Es aconsejable darles el lugar a los niños para que expresen sus propias emociones, y explicarles que está bien que se sientan como se estén sintiendo, que es bueno expresarse. Lo importante es que ellos perciban que está muy bien expresar los sentimientos, y que no hace falta ocultarlos ni vivirlos en secreto, porque aunque duelan, son sentimientos totalmente legítimos y respetables.

Por otro lado, aconsejo quitar todas las dudas que tengan los niños, a medida que éstas les vayan surgiendo. Hay que respetar sus tiempos y dejarlos preguntar todo lo que quieran, respondiendo con simpleza y sinceridad.

En lo posible, hay que intentar que les quede claro que no están solos en esto. Es muy bueno poder hablar con naturalidad sobre la persona fallecida con los niños, recordándola siempre que así se lo desee. No debe ser un tema tabú ni se deben reprimir los sentimientos que su recuerdo suscita. Siempre que los niños quieran hablar de esta persona, hay que darles el espacio, escuchándolos y respetando sus tiempos, dudas y necesidades.

Respecto a los funerales y entierros, es muy importante dejarlos decidir si quieren asistir o no. En el caso de que quieran ir, es aconsejable explicarles de antemano en qué va a consistir el ritual, y acompañarlos durante el proceso.

En resumen, tengamos siempre en cuenta que los niños también sufren las pérdidas de los seres queridos, y que ellos a veces tienen modos distintos de expresión. Respetemos sus emociones y sentimientos y brindémosles un espacio seguro para expresarse libremente, mediante la comprensión, la contención, el respeto y la calidez. 

martes, 17 de febrero de 2015

La estimulación temprana en casa (0-5 años)

La estimulación temprana es fundamental para el desarrollo pleno de nuestros hijos. Trae beneficios, como:
·         El fortalecimiento del cuerpo.
·         El desarrollo de las emociones.
·         El desarrollo de la inteligencia.

Hay ejercicios adecuados para estimular cuatro áreas del desarrollo:
·         Motor Grueso
·         Motor fino
·         Lenguaje
·         Socio- Afectivo

¿Por qué es importante? Porque los primeros años de vida son cruciales para el desarrollo del cerebro, y este órgano es muy susceptible a los estímulos que recibe. Tanto los sentidos como la motricidad, el pensamiento y la capacidad de aprendizaje, se desarrollan mucho mejor en un ambiente estimulador que en uno neutro. Nunca conoceremos el potencial que tenemos o tuvimos al nacer, pero lo que si tenemos es la certeza de que los niños que reciben estimulación temprana, le sacan un buen provecho a su potencial innato.

¿Cuál es la clave para realizar bien la estimulación temprana? Hacerlo con cariño, suavidad, mediante caricias, abrazos y palabras dulces. No teman abrazar, besar, sonreír y felicitar a sus hijos. No se van a malcriar por esto, más bien todo lo contrario: irán adquiriendo seguridad en sí mismos, confianza, serenidad y autoestima saludable, tan necesaria para desenvolverse asertivamente a lo largo de la vida.

A continuación les dejo un link con una guía de UNICEF que me pareció excelente, en la que hay ejercicios muy simples para cada etapa, para bebes recién nacidos hasta para niños de 5 años. ¡Espero que les sea útil!
http://www.unicef.org/mexico/spanish/ejercicioestimulaciontemprana.pdf

viernes, 13 de febrero de 2015

La indefensión aprendida

La indefensión aprendida es una actitud que toman las personas que han aprendido a ser pasivas porque tienen la sensación de que no pueden hacer nada para cambiar su situación. A pesar de tener las habilidades y posibilidades de dar respuesta a los problemas que se les presentan, se sienten incapaces, por eso no logran alcanzar las soluciones.
En muchos casos, los niños criados en medios autoritarios y de castigo continuo, desarrollan indefensión aprendida, percibiendo una incapacidad de controlar los resultados de la situación.
Esta actitud tiene consecuencias de todo tipo: bajo rendimiento académico, pasividad, desmotivación, baja autoestima.
A continuación les dejo un link para quienes estén interesados en ver un breve experimento en el que se revela el poder de la indefensión aprendida.


http://youtu.be/OtB6RTJVqPM

martes, 10 de febrero de 2015

Pautas sobre el desarrollo psicomotor de los primeros 18 meses de vida

En Barcelona, al tener un hijo, el ayuntamiento de la ciudad nos brinda una valiosa información avalada por el Consorci Sanitari de Barcelona (CSB) y la Agència de Salut Pública. Basándome en esta fuente, les dejo una guía para evaluar el crecimiento de sus bebes, desde el nacimiento hasta los 18 meses de vida. ¡Espero que les sea útil!

Los primeros meses de vida son fundamentales en el desarrollo de las personas. Los bebes crecen muy rápido, en distintos aspectos, y es importante que lo hagan en su momento.
A continuación veremos un breve resumen de lo que es esperable a cada edad.
Hay que tener en cuenta que cada persona es distinta, y el hecho de no coincidir exactamente con lo que es esperable, no supone necesariamente una irregularidad.

DE LOS 0 A LOS 3 MESES:
Los bebes se orientan en su nuevo ambiente mediante los sentidos. En esta etapa, necesitan especialmente de sus cuidadores. Es muy importante hablarles, tenerlos en brazos y acariciarlos.

1er mes:
  • Duermen gran parte del día.
  • Se despiertan y lloran si tienen hambre o están incómodos.
  • Se tranquilizan al oír voces conocidas.
  • Aprenden a mirar a sus cuidadores.
  • Al ponerlos boca abajo pueden levantar la cabeza unos instantes.

2do mes:
  • Están más rato despiertos y se interesan en ver lo que hay a su alrededor.
  • Los ruidos fuertes los sorprenden.
  • Les gusta mirar a sus cuidadores a los ojos, y los siguen con la mirada si ellos se mueven.
  • A veces responden con sonrisas o sonidos a las caricias o a quienes le hablan.
  • Les llaman la atención los objetos cercanos, que se mueven y que tienen colores fuertes.

3er mes:
  • Les gusta mirarse las manos y jugar con ellas.
  • Si los cuidadores se acercan mucho, es probable que les tiren del pelo y toquen la cara.
  • A veces contestan con sonidos cuando se les habla.
  • Pueden sostener la cabeza erguida un ratito cuando se los tiene en brazos.
  • Al ponerlos boca abajo, se sostienen un rato sobre los brazos y levantan la cabeza.

Si a los 3 meses el niño no sonríe, no es capaz de fijar la mirada o no sostiene la cabeza, consulte a su pediatra.

DE LOS 4 A LOS 6 MESES:
Los bebes van ampliando su mundo a través de las vivencias y gracias a la posibilidad de manipular objetos. Establecen un lazo afectivo con las personas que lo rodean.

4to mes:
  • Se orientan hacia los sonidos y gorjean o gritan para llamar la atención.
  • Ríen a carcajadas cuando juegan con ellos o les hacen cosquillas.
  • Al mostrarles un objeto, intentan agarrarlo.
  • Si se les pone el objeto en las manos, son capaces de sostenerlo y llevárselo a la boca.

5to mes:
  • Se divierten jugando con sus pies y sus manos. Esto les ayuda a aprender a moverse.
  • Si se les deja un sonajero al alcance de la mano, lo pueden agarrar y hacerlo sonar.
  • Reconocen a quienes están seguido con ellos.
  • Son capaces de sostener bien la cabeza si se los mantiene sentados.

6to mes:
  • Responden con sonidos cuando se les habla.
  • Pueden agarrar fácilmente los juguetes que les dan.
  • A veces se agarran los pies y así van descubriendo su cuerpo.
  • Al ponerlos boca abajo pueden sostenerse apoyados sobre las manos. Pueden darse vuelta.

Si a los 6 meses el niño no tiene interés ni intención de agarrar objetos o bien no usa alguna de sus dos manos, consulte a su pediatra.

DE LOS 7 A LOS 9 MESES:
Son capaces de mantenerse sentados de una forma cada vez más estable. Además de agarrar objetos, son capaces de manipularlos y explorarlos. Reclaman más de sus cuidadores y no les gusta que los dejen con extraños.

7mo mes:
  • Si se les da de comer algo que no les gusta, cierran la boca para evitar comer.
  • Pueden decir sílabas como “ga”, “ta”, “da”, y les gusta repetirlas.
  • Les llaman la atención los objetos y los exploran dándoles vueltas en sus manos.
  • Son capaces de sostenerse un ratito sentados, pero necesitan apoyarse delante con las manos para no caerse.

8vo mes:
  • A veces lloran cuando sus cuidadores habituales se van de su lado y son dejados con extraños.
  • Si un juguete les gusta, hacen esfuerzos por alcanzarlo aunque esté lejos.
  • Les divierte tirar los objetos para ver cómo caen y oír el ruido que hacen.
  • Tienen curiosidad y ganas de conocer su entorno.

9mo mes:
  • Les gusta ser alzados y a veces estiran los brazos para pedirlo.
  • Pueden aplaudir y decir adiós con la mano.
  • Reconocen cuando están por salir de paseo si ven que se los abriga, por ejemplo. En general les gusta pasear, van mirando y escuchando, aprendiendo cosas nuevas.
  • Pueden jugar reteniendo un objeto en cada mano y les gusta hacerlos sonar. Ya pueden agarrar cosas pequeñas.
  • Pueden estar sentados sin caerse para los costados.

Si a los 9 meses el niño no se sostiene sentado, no se interesa por mirar o tocar las cosas o no parlotea, consulte a su pediatra.

DE LOS 10 A LOS 12 MESES:
Pueden estar sentados de forma estable sin necesidad de apoyo. Tienen gran interés por los juguetes. Buscan medios para desplazarse con el fin de explorar  el entorno. En esta etapa progresan bastante en su comunicación gestual y verbal y empiezan a emitir sus primeras palabras.

10mo mes:
  • Les llaman la atención los objetos desconocidos e intentan agarrarlos.
  • Si ven que alguien les esconde un juguete, saben a dónde está e intentarán descubrirlo.
  • Pueden ponerse de pie con la ayuda de los barrotes de la cuna.
  • Pueden gatear si se los deja en el suelo.

11vo mes:
  • Reconocen cuando sus padres los nombran y cuando los llaman por su nombre.
  • Si se les pide que den algo, pueden acercar sus manos ofreciendo lo que se les pide.
  • Comprenden el “no”. Al decirles “no”, pueden dejar lo que están haciendo y mirar sorprendidos.
  • Les gusta comer solos y pueden hacerlo con los dedos.

12vo mes:
  • Llaman a sus padres, pueden decir “mamá” y “papá”. Entienden muchas de las cosas que se les dice.
  • Pueden introducir unos objetos dentro de otros y hacer torres simples con cubos grandes.
  • Intentan recorrer la casa solos o con ayuda, gateando o agarrándose de los muebles.
  • Les gusta abrir los cajones, ven lo que hay adentro y agarran todo lo que encuentran.

Si a los 12 meses el niño no es capaz de sostenerse en pie agarrado a un mueble, no busca la comunicación con el adulto o no explora los nuevos juguetes, consulte a su pediatra.

DE LOS 13 A LOS 18 MESES:
La posibilidad de desplazamiento y la habilidad manual hacen que sean más independientes de los adultos en esta etapa. Adquieren un mayor conocimiento del entorno.
La comunicación gestual y verbal se enriquece y la verbal va ganando importancia progresivamente.
A continuación se mencionan los progresos de modo bimestral:

13-14 meses:
  • Se interesan en los juguetes de otros niños e intentan agarrarlos.
  • Les divierte mirarse al espejo.
  • Les justa desparramar todos los juguetes en el piso.
  • Son capaces de caminar solos o empujando un cochecito, aunque algo inseguros.

15-16 meses:
  • Pueden señalar y nombrar algunos objetos.
  • Conocen algunas partes de su cuerpo.
  • Son capaces de tomar agua solos, agarrando el vaso con las dos manos.
  • Pueden usar la cuchara.
  • Les gusta que se les lea cuentos y señalan algunos dibujos. Pueden pasar las páginas.
  • Son capaces de pasar una pelota a otro y les gusta repetir ese juego.

17-18 meses:
  • Les gusta jugar a las escondidas.
  • Ya pueden sacarse alguna prenda de ropa (los zapatos o las medias).
  • Les gusta hacer garabatos con colores vivos.
  • Pueden ponerse en pie sin necesidad de ayuda y agacharse a agarrar un juguete.
  • Pueden subir escaleras gateando.
  • Saben correr un poquito y saltar un escalón.

Si a los 18 meses aún no camina o desconoce el nombre de algunos objetos o personas familiares, consulte a su pediatra.

Resumiendo, en esta breve guía se mencionan algunas de las habilidades que los bebes van adquiriendo a lo largo del desarrollo. Hay que tener en cuenta que cada niño es único y el hecho de no coincidir exactamente con esta guía, no significa que haya un problema necesariamente. De todos modos, consulte a su pediatra en los siguientes casos:

  • Si a los 3 meses el niño no sonríe, no es capaz de fijar la mirada o no sostiene la cabeza.
  • Si a los 6 meses el niño no tiene interés ni intención de agarrar objetos o bien no usa alguna de sus dos manos.
  • Si a los 9 meses el niño no se sostiene sentado, no se interesa por mirar o tocar las cosas o no parlotea.
  • Si a los 12 meses el niño no es capaz de sostenerse en pie agarrado a un mueble, no busca la comunicación con el adulto o no explora los nuevos juguetes.
  • Si a los 18 meses aún no camina o desconoce el nombre de algunos objetos o personas familiares.

miércoles, 4 de febrero de 2015

Algunas ideas para mejorar la autoestima de los hijos



  • Elogiarlo cuando hace bien las cosas.
  • Fomentarle las actividades que suele realizar con éxito.
  • Cuando esté frustrado, recordarle experiencias de éxito anteriores.
  • Compartir un tiempo especial y exclusivo con el hijo.
  • Evitar frases en las que se utiliza el “siempre” o “nunca” así como las rotulaciones o etiquetas peyorativas (por ejemplo, “eres un malcriado”).
  • No compararlo con otros.
  • Asistir a sus eventos escolares y recreativos.
  • No criticar a la persona, sino al hecho indeseable. Ejemplo: Si: “Robar está mal”. No: “¡Eres un ladrón!”
  • Si es necesario hacerle alguna crítica a una conducta en particular, empezar y terminar siempre con algo positivo. Utilizar la técnica del sandwich: + - + (Elogio/crítica/elogio).
  • Premiarlo cuando hace algo bien, por ejemplo con elogios. Los elogios deben ser: 1) Lo más inmediatamente posible a la acción que se felicita. 2) Descriptivos:“ Me gusta porque lo has hecho así…y así…” (que sea real). 3) Proporcionados, no exagerados. 4) Adoptar un lenguaje y una intensidad apropiados para la edad del niño.
  • Valorar el esfuerzo y no solo el resultado.
  • Ayudarlos a tener objetivos realistas.
  • No ridiculizar ningún sentimiento del hijo.
  • Intentar empatizar, ponerse en su lugar y no minimizar sus problemas.
  • Facilitar el éxito social: por ejemplo, incitándolo a invitar amigos a jugar a casa.
  • Ayudarlo a aceptar derrotas con naturalidad.
  • Dejarlo elegir las actividades extra escolares: tanto el hecho de realizarlas o no como cuales realizar.
  • Darle responsabilidades para que se sienta útil, facilitándole experiencias de éxito. Fomentar la autoeficacia: “lo sabe hacer solo”. Ejemplo: “Tu eres el encargado de…(alimentar al perro). ”
  • Escucha activa: Si el niño quiere contar algo, prestarle toda la atención necesaria. Buscar el momento para escucharlo y brindarle una respuesta.